MUSICA ES VIDA

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miércoles, 16 de marzo de 2011

ROMANTICISMO EN LOS MUSICOS....

El romanticismo es un piedra veteada.
La experiencia romantica junta las vetas y las separa con una logica que adora las contradicciones. Los impulsos del corazon son legitimos tanto en la vida privada como en la publica, pero esa tolerancia alimenta todos los conflictos. Las lagrimas vertidas sobre el pecho de los amantes o los amigos, ios panuelos humedos, los suspiros y las manos estrujadas certifican la abundancia e intensidad de la's emociones. Se llora por desilusion y por ssperanza; se llora en los transposes de la pasion y en los del odio; se [Llora de pena o de alegria; lloran los hombres virilmente y las mujeres lloramos. El sentimentalismo es eso: un estado hipérbolico que puede ser provocado por afectos bien diferentes. En los salones de Paris, los "leones" de la joven generación romántica dominan una escena que, sin embargo, esta presidida por mujeres. Alli, la ligereza del gran mundo o los destellos envidiosos y fatales del mundo artistico no se privan de ser, tambien, sentimentales.
El sentimentalismo es una moda de larga duracion, que se resiste a desaparecer incluso cuando la mirada cinica de Baudelaire y la ironia de Flaubert ya han dispuesto su entierro, despues de 1850. Pero tiasta entonces, el despliegue semipublico del sentimiento es conside-rado de buen tono y da el tono de la literatura. La religion se vuelve sentimental, la politica lo es de algun modo con los socialistas utopicos y los cristianos, la vida cotidiana de las elites, al aceptar el imperio de las mujeres, acepta el tono que ellas han aprendido en la literatura y en los manuales de costumbres.
En Paris, la sociedad luminosa y dura que persigue el brillo publicco admite los desbordes sentimentales de todas las pasiones. George Sand[1], una novelista de exito desbordante, tiene el talento sentimental como uno de los pilares de su tecnica literaria. Y no hay contradiction en este punto, porque el sentimentalismo, para salvarse del fastidio que produce la mala literatura, debe ser tecnicamente perfecto. De otro modo seria inaceptable en un medio cultural que aclamaba los desafios tecnico-poeticos de Victor Hugo.
La cultura del sentimiento produce personalidades intensamente ensimismadas en sus afectos y, al mismo tiempo, volcadas hacia los otros, como lo prueba la incesante comunicacion escrita donde la? cartas juegan un papel decisivo en el aprendizaje de la expresion sub-jetiva. El ideal es la comunicacion estrecha y permanente.Esta cultura, que no se encierra en los espacios mas privados de la casa, se encuentra con la del salon y la exposition publica. Hombres y mujeres pasan de uno a otro espacio. Los personajes de las novelas viven tambien en esos espacios duplicados. Y los artistas articulan su persona publica en la contradiccion, muchas veces exhibida como un rasgo de genio, entre las necesidades del hombre que desea conservarse lejos de la inconsistencia mundana y las imposiciones de la publicidad. Junto al impulso de mostrarse, esta el retiro romantico del hombre atormentado por lo publico.No de otro modo recuerda Franz Liszt a Chopin: ''Con esfuerzo, con una repugnancia leve pero misantropica, solo asi Chopin podia ser persuadido de abrir sus puertas y su piano, incluso a aquellos cuya amistad respetuosa y fiel les daba algun derecho para presionarlo con la ansiedad de este pedido". En efecto Chopin (como George Sand) se movia entre el deseo de un retiro campesino lejos de Paris y la necesidad de que el piano y el salon fueran objeto de apasionada curiosidad, tanto mas apasionada cuanto que el acceso a ellos podia presentarse como una tarea dificil.

Paris era la escena indispensable.
Pero una vez que el artista lograba que tambien él fuera indispensable en esa escena, ejercia el derecho de negarse.En esta contradiccion de la moda y del arte puede leerse una transaccion entre la mundanidad del artista y la expansion privada de sus sentimientos.
Esto es la piedra de toque del romanticismo y contribuye del mismo modo a su encanto como a sus exageraciones.
El espacio publico no era solo el de los teatros, las redacciones, las editoriales y los salones. La politica, en el periodo romantico, atraviesa dos grandes convulsiones. La primera, la revolucion de 1830, por esas astucias de la historia, coincide con la batalla romantica encabe-zada por Victor Hugo en el teatro.La segunda, de 1848, puede decirse que tambien cierra el periodo en que la estetica romantica fue hegemonica.
Despues de 1848, en sus barricadas, como lo mostraria Flaubert, el romanticismo se vuelve objeto de critica, de ironia, de nostalgia o de destruction. Pero en 1830, por un momento, en la escena publica se presenta-ron todas las ilusiones de una epoca.Alrededor de 1830, los artistas viven en un escenario urbano donde la comunicacion con el pueblo parece no una Utopia sino un encuentro deseado y probable. Berlioz recuerda que la revolucion de 1830 lo encuentra en las calles, donde se exhibe el "entusiamo de los hombres, el frenesi de las mujeres, la resignation de los guardia reales, el curioso orgullo de los obreros que no destruyen la ciudad pese a que se sienten dueños de la situation". En esas calles, durante la revolucion, el músico acostumbrado a las audiencias cultivadas escucha una melodia suya cantada por los revolucionarios populares. La escena es una condensacion bien significativa y Berlioz la recuerda como la ''mas extraordinaria de las impresiones musicales Frente al Palais Royal, una multitud de revolucionarios entona un himno de guerra que Berlioz reconoce como propio. La experiencia politica, vivida en terminos personales, no es ajena a la textura subjetiva y sentimental de la vida y del arte. El humanitarismo romantico, el populismo y el nacionalismo romanticos son pa sionales.Paris, cosmopolita y nacional, fue una maquina de absorcion tan intensa como magnetica.

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