MUSICA ES VIDA

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jueves, 17 de marzo de 2011

GLENN GOULD...INTELIGENCIA MUSICAL

Una vez, durante un fin de semana, me encontré formando parte de una comida,con un cientifico,un poeta , y un defensor de las normas legales. Me sentí algo confundida por estar rodeada por tan distinguida pero (para mí) exótica compañía.
Hacia la mitad de desarrollo de la comida, el misterio se resolvió de repente. Uno de mis acompañantes usó la palabra inteligencia, y otro le respondió inmediatamente mencionando los errores de la CIA [Central Intelligence Agency – Agencia Central de Inteligencia, en EE. UU.] en los últimos veinticinco años.
Tal como se confirmó más tarde, la comida se había integrado basándose en las “palabras claves” de nuestras respectivas biografías; tanto los amigos como yo nos habíamos presentado como " inteligentes y extaños”.
Mientras que las personas que se mueven en diferentes contextos se describen a sí mismos como interesados en la inteligencia, para quienes estamos formados en psicología, “inteligencia” tiene una historia y una connotación muy específicas. Por alrededor de un siglo, inteligencia ha sido un término y una noción de la que se apropiaron quienes se dedicaron a la psicometría en sus diversas formas. Estas personas desarrollaron, administraron y puntuaron pruebas de inteligencia de respuestas breves que requerían de los examinados ejecutar ciertas tareas asociadas con la escuela: definir palabras, seleccionar antónimos, recordar algunos pasajes de relatos, proporcionar información general, manipular formas geométricas, y cosas por el estilo. Quienes – de manera consistente – obtenían buenos resultados en las mediciones de la inteligencia (frecuentemente conocidas como pruebas de Cociente Intelectual), eran considerados “personas listas” y de hecho, mientras permanecían en la escuela, solían confirmar esa caracterización.
Una compleja red de afirmaciones solía acompañar a esta información aparentemente objetiva. Como se expresó con claridad en el libro (“best-seller”) La curva de Bell, se piensa que las personas nacen con cierto potencial intelectual, que es difícil cambiar ese potencial, y que los psicometristas pueden decirnos desde temprana edad cuán listos somos.
Los autores Richard Herrnstein y Charles Murria procuraron detectar varios handicaps sociales en las personas con bajos niveles de inteligencia, y señalaron que acaso los bajos Cocientes Intelectuales tuviesen que ver con la raza; esto último fue una de las causas del furor de venta del libro.
Durante las dos últimas décadas del siglo XX, la hegemonía de la visión psicométrica sobre la inteligencia ha sido cuestionada de manera creciente. Especialistas en informática y computación comenzaron a desarrollar teorías y aplicaciones relacionadas con la inteligencia artificial; algunos de sus sistemas sirven para resolver problemas generales, mientras que otros muestran una especificidad bien delineada.
Los neurocientíficos y genetistas han localizado su atención en el origen evolutivo y el enlace neuronal de varias facultades mentales. Y dentro del campo de la psicología, también han aparecido perspectivas alternativas: Daniel Goleman escribió extensa y convincentemente sobre la inteligencia emocional; Robert Sternberg agregó la inteligencia práctica y creativa a la noción más difundida de la inteligencia analítica.
Y dentro de esos veinte años, yo desarrollé una “Teoría de las inteligencias múltiples”, fundamentalmente pluralista.
De acuerdo con mi teoría, es un error considerar que los humanos sólo poseen una (única) capacidad intelectual, que casi siempre se interpreta como una amalgama de habilidades lingüísticas y lógico-matemáticas.
Por el contrario, si lo examinamos desde una perspectiva evolutiva, tiene más sentido la conceptualización que considera al ser humano como poseedor de algunas (unas cuantas) facultades mentales autónomas, incluyendo la inteligencia musical, la inteligencia espacial, la inteligencia kinestésico-corporal y la inteligencia naturalista. Propongo incluso dos formas de inteligencia personal: interpersonal e intrapersonal: estas dos últimas se aproximan a lo que Goleman entiende por “inteligencia emocional”.
Cuando estaba desarrollando la teoría, pensaba que estaba abarcando todo acerca de la inteligencia. Me tomó hasta ahora darme cuenta de la necesidad de distinguir tres significados distintos de inteligencia, que resumo en las siguientes apreciaciones [Nota : prestarles atención, aunque por el momento parezcan absurdas, extrañas o “descolgadas”]:
   1. En vista de las semejanzas tan cercanas entre la material genético de los chimpancés y los seres humanos, es un gran desafío definir las características de la inteligencia humana.
   2. En la mayor parte de las dimensiones que importan, "Susana" simplemente demuestra más inteligencia que "Juan".
   3. Lo que distingue la manera de ejecutar el piano de Glenn Gould no es la técnica en sí, sino la absoluta inteligencia de sus interpretaciones.
Cuando nos referimos al primer significado de inteligencia, nos centramos en una caracterización de capacidades humanas (o no-humanas). Podemos, por ejemplo, hablar de la inteligencia humana como capacidad para resolver problemas complejos, o para anticipar el futuro, o para analizar patrones de acontecimientos, o para sintetizar fragmentos de información dispar. Una tradición de gran peso comenzó con los estudios de Charles Darwin acerca de la “descendencia del hombre respecto a los primates” y continuó con las investigaciones de Jean Piaget acerca de la mente infantil, intentando ambas capturar qué es al mismo tiempo lo único y lo genérico en torno a la inteligencia.
El segundo significado de inteligencia es el que ha sido empleado de manera más extendida por los psicólogos. Los de la tradición “psicometrista” – ya sean unicistas o pluralistas – asumen que la inteligencia es un “rasgo”, como la estatura o la extroversión. Los individuos pueden compararse perfectamente entre sí de acuerdo a cómo cada uno de ellos demuestra sus rasgos o conjunto de rasgos. Yo llamo a esto “examinar las diferencias individuales basándose en un rasgo de interés”. Una buena parte de mi trabajo acerca de las inteligencias múltiples implica descripciones de los perfiles diferentes de la inteligencia a través de diferentes personas.
El tercer significado de inteligencia ha sido el menos explorado y al mismo tiempo el más enigmático. Como lo sugiere el ejemplo del pianista Glenn Gould, aquí el foco de la cuestión recae en la manera en que se ejecuta una tarea o actividad. Frecuentemente hablamos de esta manera: decimos que una decisión fue lúcida o desaconsejable, de acuerdo a si la manera de llegar a la decisión fue perspicaz o tonta, fue introducida inteligentemente en una conferencia – por ejemplo - y cosas por el estilo.
¿Qué distingue a esta tercera connotación de inteligencia?
No podemos caracterizar de “inteligente” un acto de decisión sin tener una noción acerca de la meta que se persigue o del asunto del que se trata; de las opciones disponibles en general; y de la particular escala de valores de los participantes. La forma de tocar el piano de Glenn Gould puede  ser exacta, precisa, si se la mira desde ciertas pautas o índices objetivos. Pero sin embargo, tomando en cuenta sus propias metas, las elecciones disponibles para la ejecución del piano y los valores del espectador (o escucha), uno puede calificar válidamente a sus interpretaciones como inteligentes o rayanas en la inteligencia y perfectas.
Más aún, a mí pueden no gustarme las interpretaciones de Gouldy aún así concordar en que fueron inteligentes, si ustedes pueden convencerme de qué trataba de lograr y por qué hizo las cosas como las hizo.
O bien, yo puedo convencerlos a ustedes de que las ejecuciones de la misma pieza musical por Glenn Gould fueron inteligentes, independientemente de que a ustedes les hayan gustado o no.
No existen criterios independientes de los ejemplos [Nota: es decir, de las circunstancias concretas en que los hechos suceden] que permitan decir qué es “lo inteligente” o “lo tonto” en una decisión, en la planificación de un proceso, en el liderazgo, en la introducción de un tema en una clase de escuela, y situaciones similares.
Sin embargo, si disponemos de información acerca de las metas, opciones y valores, podemos hacer afirmaciones acerca de si las acciones se realizaron inteligentemente – aún cuando podamos estar de acuerdo o en desacuerdo con las conclusiones alcanzadas.
¿Cuál es la relación entre el tercer sentido de inteligencia y el concepto de inteligencias múltiples?
Pienso que diferentes actividades o tareas reclaman [“llaman a” – “requieren”] diferentes inteligencias o combinaciones de inteligencia. Para ejecutar música inteligentemente, se requiere un conjunto de inteligencias diferentes que para preparar una comida, planificar una clase o resolver una discusión.
De tal manera, uno podría preguntar… ¿qué hemos logrado con semejante ejercicio que acabamos de hacer, en torno a la “semántica [el significado] de la inteligencia”?
Déjenme señalar tres posibles “dividendos” [logros positivos] a partir del ejercicio desarrollado en los párrafos anteriores:
El primero es en sí mismo, un dividendo léxico.
Es útil e importante diferenciar estas tres definiciones, tal como se ha hecho: de lo contrario, corremos el riesgo de pasar de una a otra forma de entender la inteligencia, con una innecesaria colisión – por ejemplo – entre Piaget y los psicometristas, o cosas semejantes.
El segundo “dividendo” concierne a la investigación.
Es una cuestión cierta que los estudiosos (y estudiantes) y los investigadores continuarán examinando la naturaleza de la inteligencia. Puede confiarse, sin dudas, en que seguiremos leyendo noticias acerca de nuevas pruebas de inteligencia, acerca de nuevas construcciones de equipos y sistemas de inteligencia artificial, y aún acerca de genes de la inteligencia.
Algunos investigadores tendrán perfectamente claro a qué se refieren cuando usan el término “inteligencia”; pero sin duda ha de producirse también una considerable confusión, a menos que los estudiosos (y estudiantes) sean cuidadosos e indiquen qué aspecto de la inteligencia están estudiando y cómo se relacionan (si acaso se relacionan) uno con otros.
Finalmente, lo más importante para mí son las implicaciones para la educación y la música.
Cuando un educador habla de la inteligencia en el primer sentido que hemos analizado, se refiere a una capacidad que es tomada como existente en todos los seres humanos. Quizás se manifiesta de manera más rápida en una persona que en otra, pero últimamente esto se liga a los “derechos de nacimiento” del hombre y en ese sentido no se requieren mediciones específicas.
En contraste, la inteligencia interpretada a la luz de las “diferencias individuales” encierra un juicio acerca de los potenciales (posibilidades) de los individuos y también sobre cómo cada uno puede ser capaz de pensar del modo que le resulte más efectivo. Si acaso (siguiendo a Herrnstein y Murria) uno asume, por ejemplo, que "Sally" tiene en general un bajo potencial intelectual, o (siguiendo la teoría de las inteligencias múltiples), poco potencial para desarrollar su inteligencia espacial, nos enfrentamos con un recorte de las opciones educativas y en las decisiones educativas, que puede llevar del abandonar todo intento de educar a encarar un trabajo más duro y complejo, para buscar formas alternativas de proporcionar instrucción, ya sea en geometría, historia o música clásica.
¿Y qué hay con eso de hacer las cosas inteligentemente o estúpidamente?
El mayor progreso educativo puede hallarse en este punto.
Demasiado frecuentemente ignoramos las metas, opciones y valores; o asumimos que son tan superficiales que no nos preocupamos por echar luz sobre ellos. Aún más, los juicios acerca de si un ejercicio – un informe, un proyecto, un ensayo o un examen – ha sido resuelto inteligente o estúpidamente, son frecuentemente difíciles de refutar para los estudiantes. Y como esas evaluaciones no son bien comprendidas, pocos aprendizajes pueden desprenderse de ellas.
No basta con dejar de lado los criterios erróneos a partir de los cuales se realizan esos juicios de calidad para mejorar la calidad misma; pero en ausencia de un mayor esclarecimiento, al menos deberemos esperar razonablemente [y colaborar pacientemente para] que nuestros estudiantes afronten su tarea de manera inteligente.

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