MUSICA ES VIDA

MUSICA ES VIDA
MUSICA,TERAPIA,SALUD Y VIDA

viernes, 18 de marzo de 2011

PSICOPATOLOGIAS DE W.AMADEUS MOZART

A partir de la década de los noventa del siglo XX y como consecuencia del bicentenario del fallecimiento de ese gran músico que fue Wolfgang Amadeus Mozart, han aparecido textos biográficos diversos en los cuales se trata de descifrar su temperamento, carácter e identidad.
Sólo en unos cuantos de ellos se presenta a un Mozart en su significado real y se trata de inhibir el mito fraguado sobre este artista excepcional que, de todos modos, por su genio, ingenio, vocación, aptitudes y contribuciones múltiples a la música forma parte del cuarteto -con Johann Sebastian Bach, Beethoven y Haydn- que ilumina, como cuatro luces, el camino de la perfección y bienestar espirituales en los sentidos estético y moral de la conducta humana.
En cuanto al propósito de este artículo,  se pretende hacer un análisis científico de la personalidad de Wolfgang Amadeus Mozart tomando como base tanto algunas ciencias sociales como la sociología y psicología, como las disciplinas biológicas, sobre todo la médica.
Para lograr tal meta, conviene asomarse a su correspondencia, sólo que antes, pareciera indispensable trazar un bosquejo de la Europa del siglo XVIII. La época que le tocó vivir a Mozart comprende un periodo que se llamó «ilustración», el cual principió en Francia con un grupo de pensadores que se denominaron «enciclopedistas», en función de su idea de escribir una «enciclopedia»que concentrara el conocimiento universal.
Por otra parte, recuérdese que en la segunda mitad del siglo XVIII aún estaba la patria chica de Mozart, Salzburgo, con un peculiar régimen político-religioso encabezado localmente por el conde Sigismund von Schrattenbach (1755-1771) y su sucesor el príncipe-arzobispo Hieronimus von Colloredo (1771-1802), en tanto que la emperatriz María Teresa y Francisco I (1745-1765), José II (1765-1790) y Leopoldo II (1790-0792) son los monarcas contemporáneos del Sacro Imperio Romano Germánico, una nación multiétnica en la cual el absolutismo y el sistema feudal todavía vigentes se resistían a los vientos de la Ilustración y de la Revolución Francesa, aunque también el gobierno de la emperatriz María Teresa puede ser encuadrado en el Despotismo Ilustrado.
Asimismo, es importante señalar que Mozart enfrentó grandes dificultades económicas debido a tres aspectos fundamentales: su estilo de vida, su afición a los juegos de azar (ludopatía) y las constantes enfermedades de su esposa, Constanza, aunque es justo asentar que éstas últimas no están plenamente sustentadas.
Se comenzará la exploración de la información con el análisis psicológico y, para eso, nada mejor que los seis tomos de cartas mozartianas que Stephan Zweig -1940- dio a conocer relacionadas con diversas personas, entre otras Leopold, su padre, su prima Ana María Perti, Constanza, su esposa, su hermana Nanërl, Ana María, su madre, Puchberg y Franz Joseph Haydn.
Debido a que el análisis epistolar completo pudiera resultar excesivo o tedioso, a continuación se presentan en orden cronológico nada más algunos de los fragmentos más significativos, los cuales -aunados a los aspectos biográficos veraces- permiten establecer algunos rasgos substanciales de la personalidad de Mozart.
·  «Componer es mi única alegría, mi única pasión». «¡Sólo de oír hablar de ópera, o estar en un teatro, me pongo fuera de mí». (Octubre  de 1777)
·  «Yo, Johannes Chrysostomus Amadeus Wolfgang Sigismundus Mozart, me acuso de haber regresado a casa ayer y anteayer a las doce de la noche y de haber estado charlando hasta dicha hora en casa de Canabich, en presencia y compañía de él, su esposa, hija y sus amigos, y no sobre cosas serias sino ligeras y hasta de haber caído en verdaderas indecencias de palabra y de pensamiento, no de obra, aunque es probable que no me hubiera comportado de una manera tan indigna si no me hubiera empujado a ello la hija de Cannabich, animándome y tentándome. Estaba de tan buen humor que me es difícil describirlo». (Confesión a su padre, noviembre de 1777)
·    «Estoy celoso de los que escriben óperas, lloraría al oír un aria de ópera». (Febrero de 1778)
·  «Nací -por decirlo así- enteramente sumergido en la música, me obsesiona el día entero». (Julio  de 1778)
·     «Los franceses siguen siendo unos asnos, no son capaces de nada y se ven obligados a recurrir a los extranjeros». (A su padre, París, 9 de julio de 1778)
·     Desde München, para su padre, el 1° de enero de 1779: «Puede estar seguro de que estoy contento no por volver a Salzburgo, sino por regresar junto a usted. Me alegro y me prometo por anticipado los más felices días, pero sólo en su compañía y en la de mi querida hermana. Le juro por mi honor que no puedo ni ver a Salzburgo y a sus habitantes… No puedo soportar su manera de hablar ni de vivir».
·     «Criado o conde, quien me insulta es un canalla. Si me ofende, necesito vengarme». (Febrero de  1781)
·     Carta a su padre en 1781: «Tanto se ha puesto a prueba mi paciencia, que al fin se acabó. Ya no tengo la desgracia de estar al servicio de la corte de Salzburgo. Hoy ha sido un día afortunado para mí.»
·     «Creo que deberíais familiarizaros un poco mejor con la fisonomía de mi querida Constanza. No es fea, pero tampoco es hermosa. Toda su belleza consiste en dos pequeños ojos negros y una bella presencia. No tiene un espíritu vivo, pero posee bastante buen juicio para poder cumplir sus deberes de esposa y de madre». (Viena, 15 de diciembre de 1781)
·     «Cuando nos unieron en matrimonio, tanto mi esposa como yo nos echamos a llorar; eso emocionó a todos, también al sacerdote».  (Viena, 4 de agosto de 1782)

En 1781 Mozart y su padre se afiliaron a la logia Zurgekronten Hoffnung  (La Esperanza Coronada) cuyo lema era: «hacer el bien, mitigar las angustias de la humanidad, difundir la luz y disminuir el odio entre los hombres».
Los motivos que se presume indujeron a dicha unión fueron la búsqueda de la perfección moral y un sentimiento de aislamiento, acerca de lo cual Mozart escribió:
·     «Los mejores amigos son los pobres. Los ricos nada saben de amistad».
·     Carta desde Viena para su padre, el 4 de abril de 1787: «La muerte si la miramos imparcialmente es el fin de nuestra existencia. He formado en los últimos años una relación tan estrecha con este mejor y más fiel amigo de la humanidad, que su imagen ya no sólo no me aterra, sino que me es, en verdad, estimulante y consoladora. Doy gracias a Dios por haberme juzgado merecedor de entenderlo. No voy nunca a la cama sin pensar que, no obstante ser todavía joven, podría tal vez no ver la luz de mañana. Sin embargo, nadie que me conozca puede decir que por ello mi trato sea de persona triste o malhumorada. Por esa serenidad de espíritu, que deseo de todo corazón a todos mis semejantes, doy gracias a mi Creador todos los días».
·     Carta al prestamista Puchberg (septiembre de  1790): «Si la gente viese en mi corazón me sentiría avergonzado. Para mí todo es frío como el hielo…».
·     Desde Viena, a un desconocido (7 de septiembre de 1791): «Nada hay que me asuste, pero me doy perfecta cuenta, y mi estado me lo dice: ¡ha llegado la hora! ¡Voy a morir! ¡Estoy acabado antes de haber podido disfrutar mi talento! ¡La vida era tan bella! ¡Mi carrera empezó prometiéndome tanta felicidad…! Pero no se puede alterar el destino. Humildemente hay que aceptar la voluntad de la Divina Providencia».
·     A su cuñada (4 de diciembre de 1791): «Tienes que quedarte esta noche para ayudar a Constanza. Ya tengo el sabor de la muerte en la boca, la siento cerca».
Otro aspecto importante para el estudio de la personalidad de Mozart, es el análisis grafoscópico: el doctor Jean Rivère considera que sus manuscritos muestran una letra infantil y que la presión de la mano corresponde a la afirmación de una energía creadora, mientras que la dirección -también de la letra- expresa debilidad ya que denota cierta dificultad para mantener la horizontalidad; al mismo tiempo, enlaces espontáneos y sin fallas revelan un flujo vital que no toma en cuenta las dificultades, despreciando toda censura interior.
En suma, un ideal extraordinariamente elevado, un gusto raro y sublime en Mozart, eran servidos por una personalidad aplastada, en tanto que también puede apreciarse una potencia a veces excesiva para el ser que la poseía y una falta de compenetración entre el carácter y el temperamento.

¡Qué más se quisiera, señor , que continuar reflexionando y especulando sobre este músico excepcional.
Por eso, permítanme  terminar ya con una síntesis de las características temperamentales de W. A. Mozart:
1.  Personalidad ciclotímica, caracterizada por periodos depresivos que alternan con fases maníacas (labilidad emocional).
2.  Aptitud para controlar emociones, expresarlas cuando no existen y ocultarlas cuando le abruman (Vallejo-Nájera).
3.  Enfrentamiento de conflictos innumerables, entre ellos problemas conyugales, crisis económicas, falta de reconocimiento social en la etapa adulta y veinte enfermedades que padeció en su corta existencia.
4.  Inadaptación social: problemas continuos con las normas de conducta del siglo XVIII, incomprendido por los jerarcas políticos y eclesiásticos y, además, enemigo de la ilustración.
5.  Católico, apostólico y romano: al principio por influencia paterna, después por convicción. Asimismo, fue miembro activo de la francmasonería, para la cual escribió varias obras musicales que le generaron jugosos emolumentos para enfrentar sus múltiples deudas.
6.  En varias misivas se puede vislumbrar a un ser humano inquieto, tierno, cariñoso, travieso y … soez, pero con valores éticos y morales profundamente arraigados.

En 1826 el cantante Michael Kelly, quien participó en el estreno de la ópera Las Bodas de Fígaro, escribió: «Todos los intérpretes originales tenían la ventaja de recibir instrucciones del compositor, que transmitía a sus espíritus, su inspirado sentido. Jamás olvidaré su pequeña faz animada cuando la iluminaban los fulgores del genio, es imposible describirla, como lo sería el pintar los rayos del sol».
En fin, W. A. Mozart es un ser humano genial, pero también con defectos como cualquier homo sapiens, pese a lo cual ¡Mozart es Mozart!. Y, por eso, cualquier ser que forme parte de esa minoría selecta y privilegiada que se solaza con la música buena, con nadie podría estar más agradecido que con Wolfgang Amadeus Mozart, un músico y artista excepcional a quien el mundo debe algunos de los mejores momentos del arte, repetidos -original y novedosamente- una y otra vez con creciente complacencia.
Solo quien tenga un ánimo ingrato y mezquino o quien tenga el infortunio de no apreciar los momentos estelares de la humanidad, dicho sea con palabras de Stephan Zweig, podrá dejar de reconocer la grandeza y los aportes estéticos de Mozart.
         Es que ¡Mozart es Mozart! Un ser único, irrepetible y universal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario