MUSICA ES VIDA

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jueves, 6 de enero de 2011

ALFRED ERIC LESLIE SATIE

Erik Satie, cuyo nombre completo es Alfred Eric Leslie Satie (Honfleur (Calvados), 17 de mayo de 1866 - París, 1 de julio de 1925), fue un compositor y pianista francés.[1] De estilo inclasificable y avanzado a su tiempo, anticipó el serialismo y el minimalismo y preconizó la ruptura formal y tonal de la música contemporánea. Denostado por la academia y admirado por otros compositores de su época, de formación irregular, ingresó inesperadamente en el conservatorio a los 40 años, para sorpresa de quienes le conocían, tras haberse dedicado, entre otras muchas cosas, a la música de cabaret.
Tras haber convivido con las vanguardias de su época, su obra resulta aún hoy tan extravagante como su vida. De conductas transgresoras, de carácter insoportable e intransigente, con ideas disparatadas y ocurrencias en ocasiones irritantes e incluso paranoicas, se presentaba a sí mismo como «gimnopedista» (antes incluso de escribir su más famosa composición, las Gymnopédies) y como «fonometrógrafo» (alguien que mide y escribe los sonidos), prefiriendo definirse así que como «músico». Llegó a aparecer en 1924 en una película de René Clair llamada Entreacto.[2]
Titulaba sus obras de manera delirante (Tres fragmentos en forma de pera, Españaña, Vejaciones) y las anotaciones de sus partituras resultaban en ocasiones grotescas (en su Danse cuiraseé se puede leer: Paso noble y militar. Se baila en dos filas. La primera no se mueve. La segunda fila se queda quieta. Los bailarines reciben un sablazo que les divide en dos la cabeza). Inventó la música de mobiliario, aquella compuesta específicamente para no ser escuchada, anticipando así la música ambiental de los espacios públicos, y militó en confesiones religiosas de las que era el único miembro. Basó su obra en el humor y la ironía. Sólo a su muerte, tras entrar en su apartamento, sus amigos se dieron cuenta de la miseria en la que vivía, miseria a la que describía como «la muchacha de grandes ojos verdes»
Modificó su nombre como Erik Satie desde su primera composición, en 1884. Aunque en su vida posterior se enorgullecía de publicar su trabajo bajo su propio nombre, parece que hubo un corto período al final de la década de 1880 en que publicó su trabajo con el seudónimo Virginie Lebeau
La juventud de Erik Satie transcurrió entre Honfleur, en la baja Normandía, y París. Cuando tenía cuatro años, su familia se mudó a París, donde a su padre Alfred se le ofreció un trabajo de traductor. Tras la muerte de su madre, Jane Leslie Anton, en 1872, fue enviado, junto con su hermano menor Conrad, de regreso a Honfleur, para vivir con sus abuelos paternos. Ahí recibió sus primeras lecciones de música de un organista local. Cuando su abuela murió en 1878, los dos hermanos se reunieron en París con su padre.
En 1879 Satie entró al conservatorio de París,[1] donde pronto sus maestros le etiquetaron como falto de talento. Tras ser enviado a su casa, dos años y medio más tarde volvió a ser aceptado en el conservatorio, al final de 1885, pero no logró causar mejor impresión a sus maestros, así que finalmente resolvió partir al servicio militar un año después. Esto no duró mucho; en unas pocas semanas salió del ejército mediante un ardid.
En 1887 dejó su casa para alojarse en Montmartre. En ese tiempo comenzó lo que sería una amistad de toda la vida con el poeta romántico Patrice Contamine y a través de su padre publicó sus primeras composiciones. Pronto se integró con la clientela artística del café-cabaret Le Chat Noir,[1] y comenzó a publicar sus Gimnopedias. Siguieron las Ogives, las Gnossiennes, etc. En el mismo período conoció a Claude Debussy. En 1891 se convirtió en el compositor oficial y maestro de capilla de la orden rosacruz liderada por Joséphin Péladan, la Ordre de la Rose-Croix Catholique, du Temple et du Graal. Compuso para ella piezas de inspiración mística, como Salut Drapeau!, Le Fils des étoiles, y Sonneries de la Rose Croix.
Retrato de Erik Satie por Suzanne Valadon (1893).
Satie y Suzanne Valadon, pintora impresionista y madre de Maurice Utrillo, comenzaron un idilio en 1893. Pronto Valadon se mudó a una habitación cercana a la de Satie en la Rue Cortot. Satie se obsesionó con ella, llamándola «mi Biquí», y escribiendo notas apasionadas acerca de «su ser completo, ojos encantadores, gentiles manos y pequeños pies». Valadon pintó el retrato de Satie y se lo dio, pero seis meses después ella se mudó. Durante su relación Satie compuso sus Danses Gothiques, a modo de oración para hacer regresar la paz a su mente. Aparentemente, esta fue la única relación con una mujer que Satie tuvo en toda su vida.
En el mismo año conoció al joven Maurice Ravel, en cuyas primeras composiciones ejerció una notable influencia. Una de las composiciones de Satie de ese período, las Vexations, permaneció desconocida hasta su muerte. Al fin del año fundó la «Eglise Métropolitaine d'Art de Jésus Conducteur» (Iglesia Metropolitana de Arte de Cristo el Guía),[3] siendo él su único miembro, con el cargo de «Parcier et Maître de Chapelle» comenzó la composición de una Grande Messe, después conocida como la Messe des Pauvres), y escribió un caudal de cartas, artículos y panfletos mostrando su convicción en temas religiosos y artísticos.
En octubre de 1905 Satie se matriculó, en contra de la opinión de Debussy, en la Schola Cantorum de Vincent d'Indy para estudiar contrapunto clásico (mientras continuaba con su trabajo en el cabaret).[1] La mayoría de sus amigos se quedaron tan perplejos como los profesores de la Schola cuando se enteraron de su intención de volver a las aulas (sobre todo porque D’Indy era un fiel discípulo de Camille Saint-Saëns, no especialmente apreciado por Satie). En cuanto a los motivos que llevaron a Satie a dar este paso, posiblemente había dos razones: primero, estaba cansado de que le dijeran que la armonía de sus composiciones era errática (crítica de la que no se podía defender muy bien al no haber acabado sus estudios en el conservatorio). En segundo lugar, estaba desarrollando la idea de que una de las características de la música francesa era la claridad (que se podría conseguir mejor con un buen conocimiento de cómo se percibía la armonía tradicional). Satie completó cinco años en la Schola, como un buen alumno, y recibió un primer diploma (de nivel intermedio) en 1908.
Algunos de sus ejercicios de contrapunto se publicaron después de su muerte (por ejemplo Désespoir Agréable), pero posiblemente consideraba su obra En Habit de Cheval como la culminación de su paso por la Schola. Otras piezas, del periodo anterior a la Schola, aparecieron también en 1911: los Trois Morceaux en form de poire (Tres fragmentos con forma de pera), aunque en realidad se trata de siete piezas, que fue una especie de resumen de lo mejor que había compuesto hasta 1903.
Algo que se pone de manifiesto en estas compilaciones publicadas es que tal vez no rechazaba el Romanticismo (y sus exponentes como Wagner) en su conjunto (en cierto modo se había moderado), sino más bien ciertas partes de él: musicalmente, lo que rechazó de forma más intencionada fue, desde su primera hasta su última composición, la idea de desarrollo, ciertamente en el sentido más estricto del término: el entrelazado de diversos temas en una sección de la forma sonata. Naturalmente esto hace que sus obras contrapuntísticas, y las otras también, sean muy breves. Por ejemplo, las fugas «nuevas y modernas» no se extienden mucho más allá de la exposición del tema. En general no creía que el compositor debiera quitarle al público más tiempo del estrictamente necesario, evitando el aburrimiento. También el melodrama, en su sentido histórico de género romántico, muy popular por entonces, de «texto hablado con un fondo musical», es algo de lo que Satie parece haber conseguido mantenerse alejado (aunque su Piège de Méduse de 1913 puede verse como una muestra absurda de ese género).
Entretanto, hubo también otros cambios: se afilió al Partido Radical (socialista), confraternizó con la comunidad de Arcueil (entre otras cosas, participó en los trabajos del «Patronage Laïque» a favor de los niños), y adoptó el aspecto de funcionario burgués, con su sombrero de hongo y su paraguas. Asimismo, en vez de meterse en alguna secta de tipo medieval, canalizó su interés por esa época en una afición peculiar: en un archivador guardaba una serie de dibujos de edificios imaginarios (la mayoría descritos como hechos de metal) que realizaba en tarjetas y trozos de papel. En ocasiones, ampliando el juego, publicaba pequeños anuncios en periódicos locales ofreciendo estos edificios (por ejemplo un «castillo de plomo») en venta o alquiler
Hasta el año de su muerte en 1925, absolutamente nadie excepto él entró a su habitación en Arcueil desde que se mudara hacía veintisiete años. Lo que sus amigos descubrieron ahí, después de su entierro en el cementerio de Arcueil, tenía el encanto de la tumba de Tutankamon; además del polvo y las telarañas (lo cual, entre otras cosas, aclaró que Satie jamás compuso usando su piano), descubrieron numerosos objetos:
  • una colección de unos cien paraguas, algunos aparentemente jamás usados;
  • el retrato que le hizo su amiga Suzanne Valadon en 1893;
  • cartas de amor y dibujos de la época de Valadon;
  • otras cartas de todos los períodos de su vida;
  • su colección de dibujos de edificios medievales (desde entonces sus amigos empezaron a ver la relación entre Satie y ciertos anuncios de periódico anónimos acerca de «castillos de plomo» y cosas parecidas);
  • otros dibujos y textos de valor autobiográfico;
  • otras cosas memorables de todos los periodos de su vida, entre ellos siete trajes de terciopelo del periodo del «caballero de terciopelo».
Pero lo más importante, había composiciones de las cuales nadie había oído hablar (o que se creían perdidas) por todos lados: atrás del piano, en las bolsas de los trajes de terciopelo, etc. Estas incluían las Vexations, Geneviève de Brabant, y otros no publicados o no terminados, como el pez soñador, muchos ejercicios de la Schola Cantorum, un conjunto no conocido de las piezas «caninas», algunos otros trabajos para piano, muchas veces sin título (las cuales fueron publicadas como Nuevas Gnossiennes, Pièces Froides, Enfantines, Música de amoblamiento, etc.).
De acuerdo a Milhaud, Satie «profetizó el mayor movimiento en la música clásica que aparecerá en los próximos cincuenta años dentro de su propia obra musical».[6]
Aunque generalmente la música de Satie se compone de piezas cortas, hay algunas curiosas excepciones:
  • Vexations: con 840 repeticiones del motivo musical (y muchas más de la línea de bajo), este es definitivamente el trabajo más largo con un número definido de repeticiones (nótese que, sin las repeticiones, la música dura apenas dos minutos). No sobrevive ninguna explicación de Satie para la excepcional longitud de la pieza, aunque existe una serie de estudios de John D. Kramer en los que se afirma que el escucha de música es capaz de entrar en un estado alternativo de percepción del sonido, después de escuchar la repetición exhaustiva de un patrón musical.
  • Le Tango (el tango), una casi pegajosa melodía de Sports et divertissements, Satie indica en la partitura perpétuel (algo como perpetuum mobile, o sea movimiento perpetuo). Hay poca evidencia de lo que Satie entendía por «perpetuo». Cuando se toca para una grabación hay raramente más de una repetición de esta parte de la composición, haciéndola uno de los tangos más breves jamás compuestos.
  • Cinco piezas de «música de amueblamiento», que estaban pensadas para servir de música de fondo con un número no especificado de repeticiones.
  • Su música para el film Entr’acte tiene diez zonas de repetición para permitir la sincronización en el film de veintinueve minuto

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