MUSICA ES VIDA

MUSICA ES VIDA
MUSICA,TERAPIA,SALUD Y VIDA

sábado, 30 de junio de 2012

He perdido toda mi vida estudiando música y no soy un buen músico. No sirvo para esto.

Ésta es la descripción que hace Federico de lo que le sucede desde hace un tiempo cuando toca delante de gente. Hace más o menos un año terminó el Grado Superior de Música en la especialidad de Fagot, en el Real Conservatorio de Valencia Jose Iturbi. Desde entonces alterna la preparación de oposiciones a diferentes agrupaciones musicales (Orquestas y Bandas Municipales) pues su objetivo es ser músico profesional con actuaciones con su propio grupo de cámara con el que se presenta a concursos por toda España.
Desde siempre Federico ha sido una persona con un carácter muy retraído, pero siempre había conseguido salir airoso de todas las situaciones en las que se tenía que exponer al juicio del público, exámenes, etc. Sin embargo a raíz de una temporada en la cual encadeno varias malas actuaciones en público, su inseguridad a la hora de tocar le ha llevado a bajar su rendimiento a unos límites preocupantes e incluso a plantearse su capacidad y si de verdad su camino profesional se encuentra en el mundo de la música ya que no comprende cómo puede no disfrutar ni sentirse cómodo en la situación para la que tanto se prepara y estudia.El año pasado en el curso de Dirección de Orquesta , con Aldo Ceccato, se demostró su valía, sin embargo, su timidez y exigencia consigo mismo, esto me lleva a identificarme con él , aunque es más joven y sólo se dedica a la música.
Federico siente displacer en el momento de tocar, el concierto se presenta siempre como una situación temida, deseada ya que es el objetivo último de toda su preparación y estudio y no deseada a la vez ya que le resulta fundamentalmente, atemorizante. Federico teme ser evaluado negativamente (“Pensarán que soy un mal músico”; “Pensarán que esta obra la tendría que haber tocado alguien más capacitado”…) y piensa que actuará de forma incorrecta o que hará el ridículo (“Me equivocaré”; “No me sonará bien el instrumento”; “Me temblará el sonido”…). Todo esto va acompañado de sensaciones físicas desagradables y de pensamientos recurrentes negativos que le angustian (sudor; temblor de manos; taquicardia; boca seca, etc.).
Federico, sabe que el concierto es aquello para lo cual él estudia, el objetivo de su estudio diario, y es por ello que una parte suya anhela el concierto; sin embargo a medida que la situación de exposición se transforma en una situación de displacer, comienza ya, no a anhelar sino a temer el concierto próximo y el disfrute queda relegado casi a una utopía.
Soler (2011) indica que, dentro del ambiente musical de un determinado nivel, existe una tendencia excesiva a tener una actitud perfeccionista a la hora de interpretar, alimentada en la mayoría de los casos por una competitividad exagerada con otros músicos. La obsesión por el éxito a toda costa encubre habitualmente el deseo de superar a los demás, de hacerlo mejor que ellos, de alzarse con la victoria en un combate imaginario contra sus competidores.
Quienes no han vivido esta experiencia de displacer en el momento de tocar suelen no comprender el temor que puede producir una futura presentación;el querer aprender pero el miedo a no estar a la altura de nadie, sin embargo, quienes conocen el miedo ante el concierto inminente saben del sufrimiento, las dudas con respecto a su vocación y a sus posibilidades en la profesión y la sensación de impotencia que esto nos provoca. Es así como sentimos que nuestro  esfuerzo es en vano, que su futuro en la carrera es oscuro. Finalmente dudamos hasta del deseo de ser musicos ,por tanto de nuestra vocaciocómo puede ser mi vocación algo que me produce tanto displacer?”.
Muchas veces el músico se siente solo o rodeado de otros músicos que no tienen ese problema (o lo tienen y lo ocultan) o escuchando “sabios consejos” tales como  “No pienses, toca”, “No te preocupes por lo que dice el público”,  “Si estudias más vas a dejar de tener miedo”, entre otros. Lamentablemente por mejor intención que tenga quien dé estos consejos, nunca nos alejan del miedo a la presentación
Lejos de ser un lugar de disfrute, un concierto se transforma entonces en algo que “espero que pase lo más rápido posible”, un mal trago, un lugar en donde “ojalá no se noten todos mis errores”, mientras el público aparece como una sola y casi “divina” voz juzgadora, muchas veces cruel y terminante. Aunque la nota sea excelente, la sensación de fracaso no nos abandona, ya sea en la carrera musical o en lo que deseemos estudiar, o en nuestras profesiones.
“¡Qué lejos está esta idea del deseo que experimentábamos cuando decidimos ser músicos; qué atrás y oculta ha quedado aquella sensación que la música nos transmitía en nuestros comienzos y por la cual decidimos comenzar a estudiar!
¿Cómo y cuándo cambió nuestro objeto de atención? ¿Cuándo nuestra prioridad dejó de ser la música para convertirse en la opinión externa de lo que hacemos?”
A poco que nos esforcemos, nos será fácil llegar a la conclusión de que la interpretación perfecta no existe, por la sencilla razón de que no le es posible al ser humano actuar perfectamente en todo momento y situación.  El perfeccionismo llevado a sus extremos conducirá al músico a la frustración, la decepción y la depresión. Tener una exigencia de acierto pleno puede tener un efecto negativo sobre el disfrute y la buena ejecución del músico. Sería bueno que el músico no se empeñara en realizar una interpretación perfecta siempre si no dejar un pequeño margen a posibles errores y no sentirse por esos errores menos competente, ni menos valioso como persona ni como músico. Una dosis de humildad y aceptar que como seres humanos podemos cometer fallos, estaría en la base de una “vida musical” sana.
Numerosos autores coinciden en señalar que la ansiedad escénica (AE) es un trastorno que afecta a muchos intérpretes musicales, sean aficionados, profesionales, principiantes o artistas de gran prestigio.
Vladimir Horowitz, María Callas, Enrico Caruso, Pau Casals, Ignace Pederewski, Arthur Rubinstein y Sergei Rachmaninoff son algunos de los más grandes intérpretes que la han experimentado.
El gran pianista chileno Claudio Arrau la describió como “ese temor tan intenso en que se desvanecen las notas agudas de los cantantes y toda técnica y maestría  parecen evaporarse”.
Dado el interés que pensamos que puede tener este tema, se publicarán nuevas aportaciones en este blog que irán profundizando en aquellos aspectos más destacados del miedo escénico.
Si he escrito este artículo , reflejandome en Federico , compañero de curso de Dirección de Orquesta, magnifico maestro al fagot, me repetía cada viernes:"Amparo, nunca seré tan bueno como tú", sin saber que mi cuerpo estaba dominado por el pensamiento de no valer para la Dirección, y haber hecho el curso en vano.
Los dos tuvimos excelentes calificaciones y reconocimientos de ALDO CECCATO , pero situaciones personales que nos llevan a querer seguir aprendiendo, a saber más, sin embargo no se va la sensación de no valer y de perder el tiempo.
Este pasaje de ansiedad que cada viernes me corroía, ahora lo veo lejano, tal vez ni me veo en el episodio de mi vida del año pasado.
GRACIAS POR ESTAR. J.G.

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