El pianista americano Glenn Gould fue diagnsticado varios años luego de su fallecimientos de una enfermedad mental llamada sindrome de Asperger. En relación a ello poseía diversas obsesiciones entre la que se encontraba la silla con la cual se sentaba al piano. Ninguna de las que le eran ofrecidas, decía para explicar su curiosa elección, le eran satisfactorias. Solamente la que se muestra seguidamente era de su aprecio.
Según se dice, la misma fue construida por el padre de Glenn Gould modificando según las preferencias del pianista una típica silla que usualmente se utilizaba para jugar a los naipes. En el siguiente enlace puede verselo tocando un fragmento de una partita de Bach utilizando la mencionada silla.http://www.youtube.com/watch?v=Bfw3DTmSV-M
Disfruten de un genio.
MUSICA ES VIDA

MUSICA,TERAPIA,SALUD Y VIDA
jueves, 31 de marzo de 2011
miércoles, 30 de marzo de 2011
ME PRESENTO COMO ADICTA A GOULD
Glenn Herbert Gould nació el 25 de septiembre de 1932. Fue un gran pianista canadiense que se destacó especialmente por sus grabaciones en piano de las obras de Johann Sebastián Bach. También fue un compositor de obras para piano y de música de cámara y un ágil intérprete de transcripciones para piano de obras de Richard Wagner. Glenn Gould nació en Ontario, en Canadá; sus padres fueron Russell Herbert (Bert) Gould y Florence (Flora) Emma Greig Gould, presbiterianos de una extracción Escocesa. Recordemos que Greig es la pronunciación original de Escocia de su nombre, diferente a la variante noruega Grieg. | |||
Su primera maestra de piano fue su madre y su abuelo era primo de un compositor noruego llamado Edgard Grieg. A la edad de 10 años comenzó a atender al Conservatorio de Música Real en Toronto, donde el estudió piano con Alberto Guerrero, órgano con Frederick C. Silvestre y teoría con Leo Smith. En 1945, Gould dio su primera actuación pública (con órgano) y al año siguiente hizo su primer aparición con una orquesta que fue la Orquesta Sinfónica de Toronto, interpretando el concierto para piano numero 4 de Beethoven. Su primer recital público fue en 1947, y el primero en la radio fue en CBS en 1950. Este fue el comienzo de una larga asociación con las radios y las grabaciones. En 1957, Gould viajó a la Unión Soviética, convirtiéndose en el primer norteamericano en tocar allá desde la Segunda Guerra Mundial. Sus conciertos incluían música de Bach, Beethoven y la música mas tradicional de Arnold Schoenberg y Alban Berg (ver: Biografía de Berg), que previamente sorprendieron en la Unión Soviética durante el socialismo. El 10 de abril de 1964, Glenn realizó su último concierto público en Los Ángeles, California, en el Teatro Wilshire Ebell. Entre las piezas que tocó esa noche estuvo la sonata número 3 para piano de Beethoven y la sonata Opus 92 número 4 de Ernst Krenek. Luego de esto y por el resto de su vida se concentró solamente en las grabaciones, la composición y la trascripción. Falleció en Toronto en 1982 luego de sufrir un derrame cerebral masivo, y lo enterraron en el cementerio de Toronto. El compositor fue famoso por su imaginación musical, y los oyentes calificaron sus interpretaciones como brillantes, creativas y excéntricas. También se dice de Gould que nunca tocó una pieza de la misma forma dos veces. Y se decía que a menudo sacudía el torso a la derecha mientras que tocaba los tiempos lentos. En 1949 el pianista se quebró el cóxis en la calle cerca de su casa en Ontario. Este incidente estuvo asociado con su postura cuando tocaba su instrumento. Pero no está claro si éste ocasionó la necesidad de que el padre de Gould modificara una silla especialmente para ajustar su altura a la misma. Su manera de tocar el piano se distinguía con gran claridad y particularidad en pasajes de contrapunto. El intérprete mantuvo un enfoque hedonístico de la música que se convirtió en popular hacia fines del siglo XIX y durante el siglo XX. Gould era un pianista muy virtuoso y frecuentemente tenía una interpretación pensativa y aislada de la música que tocaba. Su estilo se vio influenciado posteriormente por otros intérpretes de la música de Bach como András Schiff y Angela Hewitt; aunque esos dos pianistas no tuvieron la habilidad única de Gould de separar las voces en las composiciones polifónicas mientras que era capaz de mantener un pulso rítmico fuerte y emocionante. Siempre tuvo una técnica formidable que le permitió elegir tempos rápidos mientras retenía la claridad de cada nota. Parte de su técnica consiste en tomar una posición baja en el instrumento, cosa que le permitía más control del teclado. La teoría de Charles Rosen dice que una posición baja en el piano es inadecuada para tocar bajo la técnica musical tradicional del siglo XIX. Sin embargo, esto no fue una dificultad para él como lo demostró ampliamente en las grabaciones con Bach y en trabajos virtuosos y románticos como el vals de Ravel. De hecho, la postura de Gould trajo un sonido nuevo y especial a la música de Beethoven que quizás sea más conmensurada y fiel a los instrumentos de la época de dicho músico. Hay varias evidencias de que el autor trabajó cuando era pequeño con su profesor Alberto Guerrero en la técnica conocida como golpeo-ligero, un método de entrenamiento para que los dedos sean más rápido y actúen independientemente de los movimientos del brazo. Pero está por lo menos claro en las grabaciones de Glenn donde se aprecia un movimiento exterior de los dedos a veces en los momentos dominantes, empujando la extremidad del dedo adelante en una tecla para pulsar una nota, más bien que presionándola hacia abajo. Con respecto a la técnica de piano, indicó que no entendía la obsesión de otros pianistas para reforzar continuamente su relación con el instrumento y practicarlo determinada cantidad de horas por día. Al parecer, era capaz de practicar mentalmente sin acceso al instrumento, e incluso tomó esto tan en serio que preparó una grabación de los trabajos para piano de Brahms sin tocar antes de grabar las sesiones. Grabando las obras de Bach en piano, Gould dijo, “el piano no es un instrumento al que le tengo mucho amor, pero lo he tocado toda mi vida y es el mejor vehículo en el cual expresé siempre todas mis ideas”. En el caso de Bach, luego admitió: “Yo fijo mi concentración en algunos de los instrumentos que toco –especialmente en el piano que uso para las grabaciones– de modo de lograr un resultado mucho mas óptimo que el estándar. "Todo instrumento debe tener un mecanismo de control que sea algo similar a un automóvil pero sin el manejo de la energía: usted debe tener el control y no él; él no lo conduce a usted sino que usted lo conduce. Éste es el secreto para tocar adecuadamente a Bach en el piano". |
martes, 29 de marzo de 2011
SINDROME DE ASPERGER (II)
La comunidad científica internacional especializada en la materia no ha logrado llegar –todavía– a un consenso absoluto respecto a la catalogación clínica de este síndrome. Algunos especialistas europeos y estadounidenses (como Leo Kanner en 1943) sostuvieron que se trataba de un leve autismo sin mayores repercusiones. Estas ideas –como se verá enseguida– han sido ampliamente rebatidas en la actualidad por prestigiosos psiquiatras y psicólogos de Europa y América.
Lamentablemente, Hans Asperger falleció antes de que viesen la luz sus investigaciones científicas sobre Pedagogía Curativa relacionadas con sus descubrimientos y trabajos en torno a la psicopatía autista de la infancia. El hecho de que la gran mayoría de sus publicaciones estuviesen escritas en idioma alemán, y la práctica inexistencia de buenas traducciones a otros idiomas de mayor repercusión social y difusión mediática (como el inglés o el español), dificultaron mucho la labor de divulgación de sus excelentes investigaciones en su especialidad.
Polémicas aparte, lo cierto es que el año pasado 2006 fue declarado Año Internacional del Síndrome de Asperger, con motivo del centésimo aniversario (en el mes de noviembre) del nacimiento de su descubridor (1906-2006), y de los veinticinco años transcurridos desde que la psiquiatra inglesa Lorna Wing utilizase por primera vez este término (síndrome de Asperger) en su trabajo “El síndrome de Asperger: un relato clínico” (1981), publicado en la prestigiosa revista médica Psychological Medicine.
Además, tal y como explican expresamente en su página Web los Laboratorios SAVAL (Santiago de Chile), “en 1994 la Asociación Estadounidense de Psiquiatría reconoció formalmente esta discapacidad como una subcategoría definida dentro de los trastornos generalizados del desarrollo, publicando estos criterios clínicos en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-IV).”
Los síntomas más relevantes de este trastorno los recoge con gran acierto la Enciclopedia on-line MedlinePlus:
“Comunicación no verbal anormal, como problemas con el contacto visual, expresiones faciales, posturas del cuerpo o gestos; incapacidad de establecer relaciones con los compañeros; víctima de señalamientos por parte de otros niños como “raro” o “extraño”; falta de búsqueda espontánea por compartir la felicidad, intereses o logros con otras personas (es decir, no muestra, trae ni señala objetos de interés a otras personas); incapacidad marcada para expresar placer por la felicidad de las otras personas; falta de reciprocidad social o emocional; inflexibilidad acerca de rutinas o rituales específicos; agitación repetitiva de los dedos, torsión o movimientos del cuerpo entero; preocupación intensa por áreas de interés restringidas, como por ejemplo, obsesión con los horarios de trenes, directorios telefónicos o colección de objetos; preocupación por las partes de objetos enteros; comportamientos repetitivos, incluyendo comportamiento autoagresivo repetitivo.”
En cuanto a las expectativas de curación (se trata de un mero pronóstico) y el tratamiento a seguir, la anteriormente citada publicación digital aclara que: “Estudios recientes han mostrado que una diversidad de métodos de tratamiento puede ayudar a mejorar el desempeño social, lo cual es particularmente importante, dado que el paciente puede tener una capacidad intelectual promedio o por encima del promedio.”
Glenn Gould: genio y “autista”
Nuestro artista tuvo en su ambiente familiar –y muy especialmente en su madre– al verdadero motor para desarrollar sus excepcionales cualidades musicales. Peter Ostwald, psiquiatra y Profesor de la Universidad de California (San Francisco), trató a Glenn Gould durante una larga etapa de su vida, cuando éste vivía ya retirado de los escenarios y se medicaba compulsivamente para mantener equilibrada su presión arterial. Sharlene Habermeyer narra en su libro titulado Casa: Sintonizarse con la Música lo que el citado Ostwald ya explicara en su época: “la música es un fuerte conductor de amor y seguridad entre madre e hijo”. Además, Habermeyer cita una de las investigaciones más conocidas de este psiquiatra, en la que se concluye que “los lactantes responden de manera positiva a las cualidades musicales en la voz de su madre”.
Asimismo, el reputado psiquiatra reveló –respetando siempre quien firma este artículo lo trascrito por Habermeyer–, que “los niños a quienes cantan sus padres generarán un lazo emocional mucho más fuerte con ellos”.
Si se tiene en cuenta que el pequeño Glenn aprendió sus primeras lecciones de solfeo y piano de manos de su propia madre, una pianista profesional; y si se sopesa que, además, fue ella quien veló por la educación musical de su hijo desde los tres años de edad, se encuentran respuestas convincentes al “fenómeno Gould” –al margen de sus aptitudes innatas para la Música–.
Peter Ostwald fue quien diagnosticó post mortem a nuestro personaje el síndrome de Asperger, e identificó muchos elementos de su personalidad afines con este trastorno. Aún así, en la actualidad sigue existiendo cierta controversia en algunos círculos muy próximos al pianista canadiense.
Las entrevistas telefónicas
Durante el año 1974, el periodista Jonathan Cott realizó varias entrevistas telefónicas a Glenn Gould. El artista tenía por aquel entonces 42 años, y llevaba diez retirado de los escenarios. Cott fue un verdadero privilegiado: gracias a la gran afinidad que nuestro protagonista sentía por este medio de comunicación (en realidad, adoraba el teléfono), pudo conocer de primera mano muchas impresiones personales y musicales de este Maestro bachiano desde su casa en Toronto.
El ocaso del artista
Ocho años después de que se grabasen estas entrevistas telefónicas, y muy pocos días después de su quincuagésimo cumpleaños (el día 25 de septiembre de 1982), Glenn Gould fallecía como consecuencia de una infección mal curada, derivada de un derrame cerebral. Este fatal desenlace tuvo su génesis (años atrás) en la adicción que el artista tenía por ciertas drogas, y al abuso –consumo compulsivo, en realidad– que realizase de varios medicamentos sin la necesaria prescripción médica.
Este hombre terriblemente apasionado y vital, leal a sus amigos, educado y cortés, intimista y reservado, tímido y de “ego” frágil, pianista genial y Artista con mayúsculas, nos dejaba el 4 de octubre de 1982 víctima de sus propias adicciones y excesos. Quizá vivió muy arriesgadamente…
1. Autismo de Alto Funcionamiento (HFA).- Es un tipo de autismo con peculiaridades propias de uno de los subgrupos en los que se ha dado en dividir el concepto general de “autismo”, que le hacen ser muy distinto a otras manifestaciones de este trastorno
NUESTRO GENIO Y EL SINDROME DE ASPERGER
l canadiense Glenn Gould (Toronto, 25/09/1932-íd., 04/10/1982) pertenece a ese selecto y bien nutrido grupo de virtuosos del piano que han pasado a la historia por su extraordinario talento interpretativo. En el caso que nos ocupa, la relevancia del artista al que ahora se rinde homenaje en estas páginas de Filomúsica es todavía mayor. Y es que Gould se desmarcó por completo de las corrientes musicales y filosofías interpretativas que imperaron en Europa y en gran parte del panorama musical mundial hasta su llegada a la salas de conciertos.
Este pasado mes de septiembre se cumplían los setenta y cinco años desde su venida al mundo en un frío otoño canadiense de la bella ciudad de Toronto. Nadie podía sospechar que aquel niño marcaría un estilo y una época que, aún hoy, tiene repercusiones dentro de la comunidad musical.
Nacido y criado en una familia de músicos, el niño Glenn pronto se convirtió en un verdadero prodigio del teclado. Para su padre, un violinista aficionado, era evidente que el caso de su retoño era algo fuera de lo común. Su esposa comenzó a impartirle las primeras lecciones de solfeo en la casa familiar, lugar en el que Glenn comenzó a tocar sus primeras notas al piano. A los tres años ya daba muestras de unas aptitudes excepcionales para la Música, y su madre decidió asumir la educación musical del niño.
A la edad de cinco años, el pequeño Gould empezó a componer sus primeras obras cortas, que eran interpretadas dentro del círculo familiar y de amistades íntimas de sus padres y compañeros de clase.
Hasta los diez años, su única tutora musical fue su propia madre, una pianista y organista con grandes aptitudes para la pedagogía. De manera humilde y siempre altruista, sería ella la que inculcase a Glenn la pasión por la Música y por el piano –muy en particular–.
Si se tiene en cuenta el curioso dato de que el célebre compositor noruego Edvard Hagerup Grieg era primo carnal del bisabuelo materno del pequeño, quizá se pueda llegar a comprender que el factor genético influyó –de alguna manera– en las apasionadas inclinaciones artístico-musicales de nuestro gran “niño-genio”.
Dotado de una portentosa capacidad retentiva y de una no menos impresionante lectura a primera vista, el jovencísimo pianista ofreció su primer concierto con tan sólo seis años en su ciudad natal. Era el comienzo de una deslumbrante trayectoria musical que le llevaría a lo más alto.
La etapa académica en el Royal Conservatory of Music de Toronto
Con diez años (1942), Gould ingresa por petición expresa en el Real Conservatorio de Música de Toronto. Realiza estudios de teoría de la Música con Leo Smith, órgano con Frederick C. Silvestre y piano con el chileno Alberto Guerrero. Permanecería bajo la tutela de este último hasta que el propio pianista canadiense considerase que ya no podía aprender nada más de quien, junto a su madre, había sido su único profesor de piano. Este suceso tendría lugar en 1952, cuando el músico contaba veinte años.
En 1944, el aún incipiente Gould se presenta al Festival Anual de Música Kiwanis, donde consigue el primer premio en su especialidad (piano). Esta incursión del precoz instrumentista en el universo de los Certámenes Internacionales fue la única en toda su carrera profesional, ya que nuestro protagonista siempre se opuso con gran firmeza a la idea de que los jóvenes músicos (pianistas, verbigracia) compitiesen entre sí y rivalizasen por demostrar quién era el más virtuoso en cualquier Certamen o Concurso. Al Glenn adolescente poco o nada le interesaba el reconocimiento público…
Un año después, el joven prodigio termina sus estudios de piano en el Real Conservatorio de Música de su Toronto natal, obteniendo unas calificaciones excelentes en sus exámenes.
Finalmente, en 1946 y con tan sólo catorce años, el canadiense termina de recorrer el itinerario curricular de su Titulación. Tras realizar los exámenes teóricos de fin de carrera, obtiene su Diploma universitario con las más altas distinciones posibles.
Los inicios de una carrera meteórica
Muy pronto (en el transcurso de ese mismo año de 1946), el joven pianista realizó su debut profesional como solista con orquesta sinfónica en un concierto ofrecido en el Real Conservatorio de Música de Toronto. En el programa, el Concierto para piano nº 4 de Ludwig van Beethoven. Este gran concierto sería siempre uno de los “caballos de batalla” del genial pianista, quien se reconocería pocos años después como deudor moral de su célebre colega austriaco –nacionalizado estadounidense– Arthur Schnabel (Lipnik, 1882-Morschach, 1951), dado que éste fue en parte responsable de la elección gouldiana para su magnífica prèmiere.
En 1947, Gould interpretó este mismo concierto con la Orquesta Sinfónica de Toronto, suscitando un interés extraordinario por parte de la crítica especializada. Algunos ya le consideraban una autoridad moral al piano, y esta impresión quedó patente cuando, durante aquel mismo año, el joven virtuoso ofreciera su primer recital en público con un programa que incluía páginas de Domenico Scarlatti, Ferenc, Liszt, Ludwig van Beethoven y Fréderic Chopin. Tres años más tarde (1950), Glenn ofreció su primer recital radiofónico para la cadena canadiense CBC.
El acontecimiento que cambió radicalmente la vida de nuestro personaje –homenajeado ahora en estas páginas con motivo de su 75º aniversario–, tuvo lugar durante la noche del 11 de enero de 1955, cuando el canadiense ofreciera su primer recital en Nueva York. Al día siguiente, firmó un jugoso contrato con la prestigiosa productora y discográfica Columbia Masterwoks, que pasaría a denominarse con el tiempo SONY CLASSICAL (1986). Su primera grabación de estudio de las Variaciones Goldberg escritas por Johann Sebastian Bach data del mes de junio de aquel año. La repercusión que tuvo esta lectura gouldiana de la peculiar obra del ilustre compositor de Eisenach en el mercado discográfico fue de tal magnitud, que a los pocos meses se había convertido en una verdadera referencia, convirtiendo a su intérprete en un gran fenómeno sociológico.
periplo europeo
Once años después de presentarse en los mejores escenarios musicales de Norteamérica, en 1957 nuestro pianista y Músico –con mayúsculas, sí–, inicia una gira por toda Europa. Su primera escala tuvo lugar en la extinta Unión Soviética, donde cosechó un enorme éxito como concertista. Además, Gould se convirtió en el primer pianista canadiense (¡y norteamericano!) en actuar públicamente en la antigua URSS, hecho al que se debería añadir un escollo importante a salvar: aquellos eran los años de la “guerra fría”, un período muy difícil para todos los artistas de América del Norte emigrados a Europa, y también para los exiliados políticos que no comulgasen con la ideología del régimen estalinista.
Después de permanecer dos semanas en territorio soviético, nuestro protagonista comenzó una exitosa gira europea –también por países del entorno mediterráneo–, en la que coincidiría con un prometedor y talentoso director austriaco: Herbert von Karajan. Bajo sus órdenes, Gould interpretó en varias ocasiones el célebre Concierto para piano nº 3 del genio de Bonn. Tanto el director salzburgués (en aquellos momentos flamante titular de la Orquesta Filarmónica de Berlín, tras la prematura muerte de Wilhelm Furtwängler en 1954 y la “inexplicable” desaprobación hacia Sergiu Celibidache en la capital alemana) como el virtuoso pianista, entablaron una excelente amistad profesional, considerándose ambos admiradores del quehacer musical del otro. Lo que resulta a todas luces evidente es que Von Karajan sirvió como trampolín de lanzamiento en Europa a Glenn.
En el transcurso de los primeros años de la década de 1960, este “excéntrico” prodigio del teclado siguió ofreciendo recitales en los grandes “templos de la música” del Planeta. Interesante será recordar aquí para todos nuestros lectores de Filomúsica que, en aquel año de 1960, Gould realizó su primera aparición televisiva en América con un padrino musical de excepción: Leonard Bernstein y “su” –por aquel entonces– Orquesta Filarmónica de Nueva York.
lunes, 28 de marzo de 2011
VIDA Y ARTE DE GLENN ....
Si me viera obligado a elegir tan sólo dos grabaciones para rescatar de mi colección de CD's, lo tendría bien claro: una sería el Concierto de Colonia de Keith Jarrett y otra las Variaciones Goldberg de Bach por Glenn Gould, pero la segunda grabación que hizo el pianista canadiense, no la primera de 1955, cuyos tempi demasiado acelerados no me hacen disfrutar tanto como los menos extremos de la versión posterior de 1981 (realizada pocos meses antes del falleciemiento del pianista a causa de un derrame cerebral). Hace no mucho leí unas declaraciones de uno de los más reputados y prestigiosos especialistas en la interpretación historicista de las últimas décadas, en las que venía a afirmar que la versión de Glenn Goul de las Variaciones Goldberg podía ser muy atractiva pero que no era Bach. Por fortuna también puede leer uno inteligentes reflexiones de un gran músico y pianista como András Schiff como cuando éste se pregunta "¿Qué nos está permitido interpretar en los Steinways fabricados en 1990? tal vez Eliott Carter. Felizmente, la autenticidad no es una amenaza dictatorial y Bach al piano no ha sido todavía prohibido". En todo caso no es este el lugar indicado para reflexionar sobre algo ya tan discutido como la viabilidad de la interpretación de Bach al piano, sino para comentar dos lanzamientos editoriales relacionados con Glenn Gould (1932-1982), el pianista que se hizo célebre por su versión de las Variaciones Goldberg de Bach al piano.
Pese a mi franca aversión por mitos como los Beatles, James Dean, Elvis Presley o María Callas, tengo que reconocer que la figura de Gleenn Gould, convertido tras su desaparición en una auténtica leyenda, conserva intacto su enorme poder de fascinación por encima de las numerosas polémicas destadas por sus interpretaciones a menudo tildadas de extravagantes. Pero las interpretaciones de Glenn Gould eran consideradas por el genial pianista "no sólo lecturas de ciertas piezas musicales, sino documentos de su visión del mundo", fruto de una "misión moral" que el artista tiene que cumplir, dado que "el arte tiene un potencial enorme en la mejora de la vida humana". Kevin Bazzana, autor del libro Vida y arte de Glenn Gould ha dedicado nada menos que veinte años de investigación exhaustiva a la figura de este pianista que renunció a la vida de concertista cuando contaba tan sólo trenta y un años de edad, para centrarse en una carrera artística llevada a cabo en los medios electrónicos de difusión. Este abandono de los escenarios, analizado en el libro como una de las consecuencias del llamado síndrome de Asperger, no impidió a Gould convertirse en el único profesional de la música clásica que ha salido en Los Simpson, o que una grabación suya con un preludio y una fuga de Bach figurara entre las veintisiete muestras de música de la Tierra que se incluyeron en la sentina de los dos Voyager lanzados al espacio en 1977. Son parte de los numerosos datos curiosos ofrecidos por Kevin Bazzana en el prólogo de su libro, un trabajo riguroso centrado en la bografía de Glenn Gould y en el análisis de su legado artístico, cuyo punto de partida ha sido "la condición de canadiense que informa a Gould en tanto hombre y artista" y una de cuyas conclusiones más sorprendentes y reveladoras es que un artista tan extraño y portentosos como Glenn Gould fue producto de "un medio social tan aparentemente blando y provinciano como es el Toronto anglo-protestante de clase media, en la época de entreguerras", es decir, que Glenn Gould "siguió siendo durante toda su vida, de una manera fundamental, un chico típico del viejo Toronto". Kevin Bazzana es doctor en musicología por la Universidad de Berkeley (California) y su extraordinario libro Vida y arte de Glenn Gould ha sido traducido a seis idiomas y ha recibido los premios 'Toronto Book Award' y 'ASCAP-Deems Taylor Award' a la mejor biografía musical. La editorial Turner suma un nuevo e indiscutible acierto en su colección Turner Música y ahora tan sólo cabe esperar que aprovechando el tirón que sin duda tendrá esta magnífica biografía, se anime a reeditar el libro con los Escritos críticos de Glenn Gould que actualmente se encuentra agotado.
Pese a mi franca aversión por mitos como los Beatles, James Dean, Elvis Presley o María Callas, tengo que reconocer que la figura de Gleenn Gould, convertido tras su desaparición en una auténtica leyenda, conserva intacto su enorme poder de fascinación por encima de las numerosas polémicas destadas por sus interpretaciones a menudo tildadas de extravagantes. Pero las interpretaciones de Glenn Gould eran consideradas por el genial pianista "no sólo lecturas de ciertas piezas musicales, sino documentos de su visión del mundo", fruto de una "misión moral" que el artista tiene que cumplir, dado que "el arte tiene un potencial enorme en la mejora de la vida humana". Kevin Bazzana, autor del libro Vida y arte de Glenn Gould ha dedicado nada menos que veinte años de investigación exhaustiva a la figura de este pianista que renunció a la vida de concertista cuando contaba tan sólo trenta y un años de edad, para centrarse en una carrera artística llevada a cabo en los medios electrónicos de difusión. Este abandono de los escenarios, analizado en el libro como una de las consecuencias del llamado síndrome de Asperger, no impidió a Gould convertirse en el único profesional de la música clásica que ha salido en Los Simpson, o que una grabación suya con un preludio y una fuga de Bach figurara entre las veintisiete muestras de música de la Tierra que se incluyeron en la sentina de los dos Voyager lanzados al espacio en 1977. Son parte de los numerosos datos curiosos ofrecidos por Kevin Bazzana en el prólogo de su libro, un trabajo riguroso centrado en la bografía de Glenn Gould y en el análisis de su legado artístico, cuyo punto de partida ha sido "la condición de canadiense que informa a Gould en tanto hombre y artista" y una de cuyas conclusiones más sorprendentes y reveladoras es que un artista tan extraño y portentosos como Glenn Gould fue producto de "un medio social tan aparentemente blando y provinciano como es el Toronto anglo-protestante de clase media, en la época de entreguerras", es decir, que Glenn Gould "siguió siendo durante toda su vida, de una manera fundamental, un chico típico del viejo Toronto". Kevin Bazzana es doctor en musicología por la Universidad de Berkeley (California) y su extraordinario libro Vida y arte de Glenn Gould ha sido traducido a seis idiomas y ha recibido los premios 'Toronto Book Award' y 'ASCAP-Deems Taylor Award' a la mejor biografía musical. La editorial Turner suma un nuevo e indiscutible acierto en su colección Turner Música y ahora tan sólo cabe esperar que aprovechando el tirón que sin duda tendrá esta magnífica biografía, se anime a reeditar el libro con los Escritos críticos de Glenn Gould que actualmente se encuentra agotado.
domingo, 27 de marzo de 2011
CARTAS ESCOGIDAS DE GLENN GOULD
Reducir el enigma de Glenn Gould a una insólita ejecución de Bach multiplicada por una silla paticorta e incontables extravagancias es dejar en la sombra muchas facetas del intérprete que nos enseñó a repensar la música para piano mientras elogiaba las volutas melódicas de Petula Clark, el forajido que profanó a Mozart con una irreverencia tan sacrílega como la desplegada por el propio compositor cuando era un alegre prodigio, el lunático que sólo se obedeció a sí mismo (que sólo escuchó la voz de sus manías) para ofrecernos así el obsequio de una intensidad muy rara vez logradas frente a un teclado.
Siempre fiel a un estilo más bien rotundo, Gould dejó los escenarios en 1964 y abandonó al público muriéndose de forma tajante dieciocho años más tarde. Desde entonces, su prestigio e influencia han crecido hasta alcanzar dimensiones casi míticas. Una obra de teatro, varios documentales, una película y la constante reedición de sus discos han ido ampliando el ya ancho círculo de los cautivados por el pianista canadiense. Ahora, con la publicación de estas 184 cartas, se iluminan nuevas esquinas (algunas muy recónditas) de su universo artístico y personal. Porque a la imagen del artista le faltaban estas 184 pinceladas en primera persona; le faltaban, podríamos decir, las notas y los tonos del autorretrato. Gould dialoga aquí con grandes músicos como Leonard Bernstein o Leopold Stokowski, con otros intérpretes, con amigos, con profesionales de la radio o la televisión y con muchos admiradores que le escriben buscando respuestas a las preguntas formuladas por su piano: el resultado es un deslumbrante paseo por los sinuosos caminos de la creación artística.
La silla sigue vacía y el repentino abandono de 1982 no ha perdido contundencia, pero en el mundo de la musica podremos percibir al menos un eco casi cotidiano de aquella vida.
Siempre fiel a un estilo más bien rotundo, Gould dejó los escenarios en 1964 y abandonó al público muriéndose de forma tajante dieciocho años más tarde. Desde entonces, su prestigio e influencia han crecido hasta alcanzar dimensiones casi míticas. Una obra de teatro, varios documentales, una película y la constante reedición de sus discos han ido ampliando el ya ancho círculo de los cautivados por el pianista canadiense. Ahora, con la publicación de estas 184 cartas, se iluminan nuevas esquinas (algunas muy recónditas) de su universo artístico y personal. Porque a la imagen del artista le faltaban estas 184 pinceladas en primera persona; le faltaban, podríamos decir, las notas y los tonos del autorretrato. Gould dialoga aquí con grandes músicos como Leonard Bernstein o Leopold Stokowski, con otros intérpretes, con amigos, con profesionales de la radio o la televisión y con muchos admiradores que le escriben buscando respuestas a las preguntas formuladas por su piano: el resultado es un deslumbrante paseo por los sinuosos caminos de la creación artística.
La silla sigue vacía y el repentino abandono de 1982 no ha perdido contundencia, pero en el mundo de la musica podremos percibir al menos un eco casi cotidiano de aquella vida.
sábado, 26 de marzo de 2011
CONVERSACIONES CON GLENN GOULD
El periodista de la revista Rolling Stones, Jonathan Cott, mantuvo una serie de conversaciones con Glenn
Gould en 1974 con el objetivo de publicarlas en la revista Rolling Stone. Considerada como la mejor entrevista jamás concedida por Gould, en ella contemplamos su visión de la música, sus preferencias, sus métodos de trabajo, sus relaciones con otros músicos de la época (fascinante la historia de su Concierto para piano nº 1 de Brahms con Leonard Bernstein y la Filarmónica de Nueva York), su manifiesto desagrado por lo Beatles o las sonatas para piano de Mozart, o su admiración por Petula Clark.
Tras la desaparición de Gould, Jonathan Cott decidió recopilar el material publicado, añadió una selección de fotografías del músico, un listado con sus grabaciones, filmografía y una relación de los programas que había realizado para radio y televisión e hizo el libro que ahora nos ocupa, lleno de aciertos y muy bien documentado.
Si ya de por sí es harto difícil hacer ese trabajo confiriéndole la naturalidad suficiente para ser leído con agrado, no queremos pensar lo que habrá sufrido el traductor con un personaje como Glenn Gould, alguien que mezclaba sus palabras, sus sensaciones, sus eruditos comentarios con anécdotas, imitaciones, canciones, cuya prodigiosa mente iba tan rápido que era capaz de llegar a conclusiones y expresarlas sobre temas que no estaba tratando en ese preciso momento
Gould en 1974 con el objetivo de publicarlas en la revista Rolling Stone. Considerada como la mejor entrevista jamás concedida por Gould, en ella contemplamos su visión de la música, sus preferencias, sus métodos de trabajo, sus relaciones con otros músicos de la época (fascinante la historia de su Concierto para piano nº 1 de Brahms con Leonard Bernstein y la Filarmónica de Nueva York), su manifiesto desagrado por lo Beatles o las sonatas para piano de Mozart, o su admiración por Petula Clark.
Tras la desaparición de Gould, Jonathan Cott decidió recopilar el material publicado, añadió una selección de fotografías del músico, un listado con sus grabaciones, filmografía y una relación de los programas que había realizado para radio y televisión e hizo el libro que ahora nos ocupa, lleno de aciertos y muy bien documentado.
Si ya de por sí es harto difícil hacer ese trabajo confiriéndole la naturalidad suficiente para ser leído con agrado, no queremos pensar lo que habrá sufrido el traductor con un personaje como Glenn Gould, alguien que mezclaba sus palabras, sus sensaciones, sus eruditos comentarios con anécdotas, imitaciones, canciones, cuya prodigiosa mente iba tan rápido que era capaz de llegar a conclusiones y expresarlas sobre temas que no estaba tratando en ese preciso momento
Suscribirse a:
Entradas (Atom)